Cerrar brechas implica desarrollar estrategias que acerquen a las personas los conocimientos imprescindibles para optimizar el uso de los recursos económicos, tan escasos y esquivos para un amplio porcentaje de la población argentina.
EL CRONISTA por Mariela Mociulsky
Retrocede la pandemia, pero la endemia renueva su vigor. Es decir, las vacunas le han puesto un freno al coronavirus, pero la inflación torna complejísima la vida de los argentinos. Y la resiliencia acumulada a través de tantos años con un flagelo extinguido o en vías de extinción en el mundo entero no resulta suficiente para construir o preservar el “bien estar” financiero tan ponderado por las personas en este nuevo mundo pospandemia.
El “bien estar” financiero es una necesidad creciente, que cotiza en alza en cada rincón del planeta y más en nuestra tan compleja y singular Argentina. Se refiere al proceso continuo de aprendizaje para lograr administrar eficazmente las finanzas con la ayuda de la tecnología, con la conciencia de que la situación financiera de una persona tiene un impacto en su bienestar mental.
En este sentido, reducir el “estrés financiero” permite la inclusión y mejora la estabilidad en las finanzas, sobre todo cuando muchas personas históricamente han quedado fuera de esta conversación.
En este contexto gana relevancia la necesidad de universalizar la educación financiera. Las restricciones que impuso el Covid-19 aceleraron la revolución digital. Por obra y gracia de la tecnología, contamos hoy con herramientas que fueron una solución a medida para la vida en pandemia, pero que se ganaron la adopción definitiva de las personas porque sus prestaciones se asocian a un nuevo estilo de vida, con otro aprovechamiento del tiempo, con una nueva relación con los trabajos, con una resignificación de los valores y de las relaciones.
Para sacar pleno beneficio de soluciones tecnológicas como las billeteras virtuales y tantos otros medios de pago, de innovadoras inversiones como las criptomonedas y de otros instrumentos que van apareciendo, es menester informarse y construir aprendizajes.
Las alternativas para llegar al bienestar financiero abren un abanico superador de los plazos fijos y los ladrillos a los que nos reconocemos tan adeptos los argentinos, implica abrirnos a nuevos instrumentos de pago superadores del clásico efectivo.
Actualmente, los billetes son el pago más popular en los comercios, con una representación en el mercado del 33,8%, seguidos con el 23,8% por las tarjetas de débito, con el 23,5% las tarjetas de crédito, con el 12 % las billeteras digitales, con el 3% las tarjetas prepagas, con el 3% el financiamiento bancario y con el 1% las compras a crédito, según el informe “Global Payments Reports”.
Reducir el “estrés financiero” se relaciona indefectiblemente, entonces, con sumar aprendizajes donde confluyen lo tecnológico y las finanzas. Se trata de hacer fácil lo complejo, comprensible lo inentendible y de incluir a quienes están quedando afuera de esta transformación.
Precisamente por ello desde muchos sectores se pondera la iniciativa del Gobierno de la Ciudad de incluir la educación financiera en los contenidos a aprender en la escuela secundaria, con horas cátedra pero también con experiencias laborales en organizaciones o empresas del ámbito privado.
La puesta en marcha de la iniciativa gubernamental (que llegó precedida por varias iniciativas desde el ámbito privado, sobre todo desde cámaras empresariales e instituciones bancarias y Fintech) da respuesta a una demanda que se hizo evidente en un estudio regional que hicimos en Trendsity para Mercado Pago, que tuvo por objetivo entender el impacto de las fintech en la educación financiera.
Allí se observó que los usuarios bancarizados muestran un mayor nivel de educación financiera y las billeteras digitales incluyen financieramente a quienes no estaban bancarizados. Sin embargo, 7 de cada 10 personas bancarizadas carecen de información financiera.
Entre los encuestados, el 81% consideró que se necesita más educación financiera, en tanto que los canales informales son la principal fuente de información, lo cual evidencia aún más la necesidad de profesionalizar este aprendizaje.
Las restricciones que trajo la pandemia hicieron que 1 de cada 4 usuarios en la región comenzara a utilizar herramientas de pagos digitales. Además, 1 de cada 3 comercios en la región también le abrió las puertas a esta tecnología. Sin embargo, pese a la aceleración de la digitalización, no se lograron consolidar grandes avances en educación financiera.
También son reveladores los datos obtenidos en una encuesta conjunta del Banco Central de la República Argentina y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Según este relevamiento, los productos financieros con mayor uso o tenencia son las tarjetas de débito (42%), seguidas por las de crédito (37%) y las cajas de ahorro (29%).
El conocimiento de productos financieros es moderado. Solo 8 productos o servicios son conocidos por más del 50% de los encuestados. Estos productos y servicios financieros son las tarjetas de crédito y débito, los depósitos a la vista y a plazo y los préstamos personales e hipotecarios.
Son trascendentes las conclusiones y recomendaciones que surgen de este estudio del BCRA y la OCDE: “Los mayores desafíos en educación financiera se encuentran en la población vulnerable de acuerdo al menor nivel socioeconómico y, principalmente, menor nivel de estudios alcanzados. También en quienes están desocupados o inactivos”.
Y tras el diagnóstico viene la receta: “Para mejorar en los indicadores de educación financiera es necesario diseñar acciones que estimulen tanto los conocimientos básicos como los comportamientos clave (planificación financiera, toma de decisiones informadas y cultura del ahorro). También es importante desarrollar una actitud financiera a largo plazo.
De este modo se podrá contribuir al mayor acceso y uso de los productos y servicios financieros de calidad que posibiliten mayor bienestar e igualdad de oportunidades como base del desarrollo económico del país“.
También el Institut d’Etudes Financieres francés explica la trascendencia de desarrollar planes de educación financiera para los niños y los jóvenes. Después de señalar que la falta de educación financiera en Argentina es tanto estructural por parte del gobierno, como cultural desde la sociedad.
Y el organismo concluye que la alfabetización financiera permitirá a los argentinos conocer nuevas y mejores formas de invertir facilitando el uso efectivo de estos productos y ayudando a las personas a desarrollar las habilidades para comparar y seleccionar aquellos que mejor se adapten a sus necesidades y posibilidades. Surge con nitidez que la educación financiera es la base para la generación de oportunidades.
Como en tantas otras materias, se visualiza en materia de educación financiera una importante brecha de género, ya que los varones tienen más acceso a productos y también a una mayor educación. Reducir esta distancia es un paso más en el camino de la educación financiera.
Un camino que se debe transitar para crear una economía moderna, aggiornada a recursos innovadores, con particularidades que se deben conocer para no perder en el intento, como lo demuestra las cada vez más extendidas inversiones en criptomonedas (más del 60% de los inversores de la Generación Z y Millennials, informan haber realizado una inversión en criptomonedas en algún momento de los últimos 12 meses, según una investigación de la app de finanzas M1 Finance, con foco en los intereses de los jóvenes inversores en Estados Unidos).
Para ver la nota: https://www.cronista.com/columnistas/por-que-es-necesaria-y-bienvenida-la-educacion-financiera/