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Día de la Madre

Día de la Madre 1

“Estoy agotada ¡y encima tengo que disfrutar y ser feliz!” La maternidad dejó de ser perfecta hace rato

El ideal “rosa” de la maternidad se choca con la experiencia real, visceral y cruda, en el mismo instante del parto.

CLARIN por Sabrina Díaz Virzi

El baby shower de la embarazadísima Dani (Sabrina Garciarena) es la excusa para el encuentro con sus amigas Maru (Paula Kohan), Nina (Flor Otero) y Barbi (Viviana Puerta). Y esa reunión previa al parto es, también, un momento en que el ideal “rosa” de la maternidad se choca con la experiencia real, encarnada por tres personas que no solo maternan de formas muy diferentes, sino con decisiones y vidas por momentos opuestas.

La obra Madres -con funciones viernes, sábado y domingo en el Teatro Picadero y disponible también por streaming- expone, de alguna manera, esa cierta “inconsciencia” con la que se llega a la maternidad (siempre hablamos de maternidad deseada): por más libros que leamos o recomendaciones que recibamos, la experiencia, visceral y cruda, de atravesar el puerperio con todos sus vaivenes y de enfrentarse con circunstancias inéditas hasta el instante antes del parto es, en algún punto, imposible de transmitir.

Porque es propio, diverso y singular. Pero también, claro, dependerá de su entorno, de la contención y acompañamiento que reciba.

La maternidad dejó de ser perfecta hace rato: desde el nacimiento del primer hijo. Ahí se devela lo muchas veces indecible: lo escatológico en mil versiones, el “teta-llanto-teta” en un contínuum sostenido en el tiempo, el agotamiento irreproducible, la sensación de querer salir corriendo, el no reconocimiento del propio cuerpo… Sumado, lamentablemente, a las barreras laborales y dificultades sociales que se presentan, desde la reinserción laboral al lugar asignado a “las madres”.

De “La Madre” a la maternidades

Florencia Sichel (@florsichel) es profesora de Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, madre de Sofía (“sí, un poco obvio”, reconoce en su mail de bienvenida) y escribe Harta(s), un newsletter de maternidad y filosofía. Allí, comparte reflexiones en torno al “mundo de las filosofías y las maternidades” porque, advierte, la maternidad la “llenó de preguntas”.

Dice que se dedica a hacer “filosofía con niñxs”. Tanto es así que este domingo hará un show de filosofía, música y humor junto a la banda infantil Los Rockan, con canciones de María Elena Walsh.

Históricamente se pensó a la maternidad y a la figura de ‘La Madre’ con mayúscula, de forma universal. Cuando en realidad lo que hay son maternidades, muchas, diversas singulares… Creo que cada vez hay más intentos por dejar de pensar a la madre y la maternidad desde la idea del sacrificio o la abnegación, sobre todo, en el ámbito de lo privado. Y me parece que es urgente empezar a crear otras narrativas e ideas de maternidades variadas, distintas. Que haya muchas más de las que nos han mostrado históricamente”, comenta a Clarín.

Sin romanticismos

El estereotipo tradicional de “la madre” está en plena deconstrucción. En lo micro, grupos y tribus de mapadres ayudan a descomprimir, y en lo más visible popularmente, las cuentas en redes sociales que muestran un “lado B” de la maternidad, con rostros cansados, memes sin filtro y nada de exageraciones idílicas ni deco rococó.

La actriz Viviana Puerta es madre de dos adolescentes y cree que esta interacción y vínculos que se dan en redes pueden contener, dar apoyo y acompañar ciertos procesos.

Cuenta, desde su experiencia, que con su primer hijo estuvo muy sola: “El papá trabajaba todo el día y mis días eran el bebé y yo: si él dormía, yo dormía; si él comía, yo comía. Me podía bañar cuando el papá llegaba y a veces hasta estaba agotada para encarar una ducha. No fue fácil, fue un proceso lleno de angustia y frustración. Fui aprendiendo, con errores, organizándome y reorganizándome… ¡Y además había que disfrutar y ser feliz! ‘Disfrutá, que pasa rápido…’, me decían, pero los días eran interminables”.

“Con mi segunda hija todo fue más fácil: ya sabía qué hacer, cuándo y cómo. Pude disfrutar, dormir y hasta bañarme cuando necesitaba hacerlo. La ayuda y la contención son pilares fundamentales para no enloquecer o desbordarse. Pero cuando pienso en lo que hice y cómo lo hice, me siento orgullosa y valiente: pude cómo pude, y hoy mis hijos son hermosos hijos, buenas personas y felices. ¿Bastante bien, no?”

No somos perfectas…

“El imperativo de ‘ser o no ser buena madre’ se está cuestionando, y en las nuevas generaciones o bien se retrasa la edad para tener hijos, o se decide por tener menos hijos por familia porque las mujeres también buscan tener tiempo para su preparación o carrera laboral, postergando la edad para convertirse en madres o evaluándolo de distintas formas, ya no como un imperativo”, afirma Mariela Mociulsky, fundadora y CEO de Trendsity y Presidenta de SAIMO.

“La maternidad ya no es la única posibilidad de realización personal para una mujer. Tampoco lo es el ser una buena ‘ama de casa’. Una mujer puede no querer tener hijos, o postergar su maternidad por motivos profesionales, y vivir una vida absolutamente plena. Entonces, así como una mujer que no es madre ya no es vista como una ‘pobrecita’, la que sí lo es no necesariamente es el símbolo de la felicidad”, dice la psicóloga Diana Hunsche.

“Hay muchos aspectos ingratos y cero románticos en la tarea de ser mamá: la visión idílica de la maternidad es algo que ya nadie cree. Antes, la imagen que había que proyectar era de una incondicionalidad y abnegación total. Había que estar orgullosamente feliz de dar todo por los hijos. Hoy nadie se escandaliza si, por ejemplo, una madre protesta porque su bebé no la deja dormir de noche”.

Además, la autora de A terapia, ¿yo? (Del Nuevo Extremo) considera que “la ventaja de no romantizar la maternidad es que, en el futuro, habrá menos pases de factura: antes, las madres que sacrificaban su vida personal podían desarrollar un resentimiento hacia sus hijos. Frases del tipo ‘yo dejé todo por vos, y mirá cómo me lo retribuís’ ya van a dejar de ser comunes. Nuestros hijos ya no tienen que ‘devolvernos’ nada”.

…Y estamos sobreexigidas

A pesar de todo esto, en los grupos de mamis de WhatsApp y en las salas de espera para el control médico de las infancias aún somos mujeres por amplia mayoría.

“Hay mucha sobreexigencia hacia las mamás. Aún se pretende unideal de mujer orquesta: hay que poder trabajar, ir a las reuniones del colegio, tener la comida lista, y todo eso hay que hacerlo a la perfección”, comenta Diana.

Mociulsky señala “cómo se han ido reconfigurando con los años los roles de las mujeres, lo que se espera de ellas y lo que se supone que tiene que ser la maternidad. De ciertas ideas de madres ‘perfectas amas de casa que todo lo pueden’, y con una sonrisa siempre, a las grietas de ese discurso (por ejemplo, la publicidad de Mamá Luchetti)”.

Y agrega: “Hemos visto cómo la mujeres que ingresaron al mundo laboral de manera muy activa sumaban también el trabajo dentro del hogar como su responsabilidad, lo que la volvía exhaustas, esto fue muy claro durante las etapas de aislamiento por la pandemia. Hoy se están habilitando imaginarios más amplios a los culturalmente asignados a cada sexo”.

Cuidados compartidos

En generaciones más jóvenes y poco a poco, las responsabilidades de cuidado y de organización hogareña empiezan a distribuirse un poco (un poco) y, como señala Mariela, “los hombres también reconstruyen su visión, su posicionamiento, ejercen su rol de padres de manera más activa y esto repercute también en la visión de la maternidad”.

Viviana coincide en que “los padres también tomaron parte de sus roles y deconstruyeron los viejos modelos de paternidad, que solo eran (en su gran mayoría) espectadores de la crianza de sus hijos”.

Flor Sichel dice: “Me interesa que la sociedad entienda que los cuidados no son algo que solo nos toca a las madres, porque de hecho, lejos de empoderarnos, la maternidad se vuelve una barrera muy grande, sobre todo, para lo que es la reinserción laboral, y esto tiene que ver con la falta de políticas que compatibilizan el ámbito laboral y doméstico”.

“La maternidad todavía es gestada en una sociedad individualista y patriarcal, y por eso no alcanza que una como madre esté bien a título individual, sino que tiene que haber condiciones más justas e igualitarias para todas y todes”.

La madre que puedo ser

“¿Lo más difícil de la crianza y maternidad? Los miedos, las preocupaciones y… la culpa cuando hago cosas por mí (aún sigo trabajando en eso)”, confiesa la actriz y cantante Florencia Otero, mamá de Nina.

En la misma línea, Valentina Berger -CEO de Go Broadway y productora general de la obra Madres- es mamá de dos nenes y coincide: ¡La culpa! No me dan las horas del día, y no entendí el paso del tiempo hasta que tuve hijos, y me quiero aferrar a los momentos… Aunque estoy tratando de ver cada etapa como algo positivo”.

“Todo el tiempo me encuentro repensando actitudes y situaciones como madre”, reconoce Flor Sichel. “Formo parte de una generación de mapadres que queremos corrernos de cierta forma en la que fuimos criados y, al mismo tiempo, seguimos buscando certezas donde no las hay. Porque la crianza y los vínculos (con los hijos e hijas, y con todo) no son de seguridades, sino todo lo contrario: nos llenan de preguntas”.

“Con mi hija estoy repleta de contradicciones, a nivel personal, de sentir mucha ambivalencia: mil veces soy la madre que no quiero ser (similar al libro de Paulina Simón Torres, La madre que puedo ser). Cuando llego cansada de trabajar, le prendo la tele y pienso ‘no debería estar haciendo esto’ y lo hago. Tengo millones de ejemplos que son súper pavos, pero que de alguna manera comparten la misma idea, que es que a veces pareciera que nunca es suficiente. Ahí hay una idea muy arraigada de la culpa, y la culpa la seguimos sintiendo mucho las madres y me parece que hay que ir contra eso también”.

Para ver la nota completa: https://www.clarin.com/familias/-agotada-encima-disfrutar-feliz-maternidad-dejo-perfecta-hace-rato_0_8wxXm5DzC.html

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