¿Cómo impactan las tendencias en la forma de vivir la amistad?

A partir de la pandemia por Covid-19 desde Trendsity se estudiaron las tendencias y cómo impactan en la forma de vivir la amistad

iProfesional

a necesidad suprema de encontrar un resguardo ante las incertezas barajadas en este nuevo mundo intensifica la importancia de los vínculos como un espacio de seguridad. Observamos cada vez más fuertemente la prevalencia de los grupos de amistad como trincheras frente al caos de lo impredecible, refugios  de contención y permanencia.

El cuestionamiento a los grandes mandatos tradicionales como la idea de una pareja para toda la vida o la construcción de la familia tipo, viene de la mano con la obsolescencia de las garantías que se esperaban de las instituciones más clásicas, tanto en relación a la seguridad con respecto al futuro laboral y la posibilidad de consolidar la propia economía, como en el futuro del planeta  que padece la falta de cuidado, la  amenaza de agotamiento de los recursos naturales, y hasta los fantasmas de las crisis económicas del 2001 en las billeteras familiares de sus padres  que ha quedado en la memoria. 

Si a todo esto le sumamos el enorme trauma que significa la pandemia para el entramado social, no es sorpresa entonces que las maneras de vincularse reflejen lo que acontece, erigiéndose como lugares de encuentro en terrenos signados de pérdidas. 

En nuestras investigaciones, observamos que los cuidados para evitar los contagios y la implementación de las burbujas generaron que los encuentros sean más elegidos, premeditados, jerarquizados. Y especialmente, la amistad se conecta con la intimidad más segura, lo conocido, se siente casi como familiar pero sin grandes demandas, permiten atravesar tanto las tristezas que se viven de igual a igual, como los logros y alegrías. Son los vínculos que generan fuerza en la cercanía sin necesidad de formalidades o papeles. Se leen como ternuras, se sienten como abrazos que acompañan, cómplices de un devenir fluctuante. 

En este sentido, cambian también los modelos de familias y aparecen las “familias elegidas” compuestas por amigos, donde esos amigos tienen un protagonismo y una presencia vertebral por ejemplo acompañando en la crianza de los hijos o en las tareas cotidianas y hasta en algunos casos aislados, se eligen amistades para concebir hijos, aunque ello no implique una relación amorosa o de pareja.

En este marco, el reaparecer de producciones culturales como “Friends” que muestran que la amistad se vive como en una familia. El hecho de que el éxito de esta serie siga intacto nos habla de la resignificación de este vínculo para las nuevas generaciones.

Además, gracias a la conectividad y a las tecnologías mediando casi todas nuestras actividades, las nuevas generaciones conviven con sus amigos todo el tiempo que quieran aunque estén solos en su habitación, jugando en línea, en los mundos virtuales, estudiando o hablando constantemente por chat, es algo así como una omnipresencia de la amistad que es irrenunciable. Las redes sociales también dieron lugar a nuevos comportamientos y hábitos, llevando a pasar del diario íntimo a la intimidad que, en parte, se co-construye en línea. 

Sin embargo, todo esto no reemplaza a la presencialidad, y esto ha quedado demostrado en estos últimos meses ya que apenas fue posible, los más jóvenes -al no ser población de riesgo-, trataron de juntarse, incluso llegando al límite de fiestas clandestinas corriendo el riesgo de contagiarse, renunciar a ver a los amigos no fue negociable. Los más jóvenes priorizaron encontrarse físicamente y en todo caso, tomar distancia y recaudos con sus verdaderos familiares.

Sin duda, transitamos nuevos momentos de reconfiguraciones para todos los vínculos, y la amistad emerge cada vez con mayor fuerza, como espacio de reconocimiento, refugio y calidez frente a tiempos que cambian demasiado deprisa frente a nuestros ojos.

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